domingo, 14 de noviembre de 2010

Magis esse quam videri oportet..


Magis esse quam videri oportet es una locución latina que viene a decir que lo que importa es ser, no parecer.
Cada día pensamos una cosa y hacemos otra distinta al respecto; unas veces actuamos así por no hacer daño a los demás o incluso por pura conveniencia, o comodidad. Vamos modelando nuestra manera de ser en función de lo que esperan los demás de nosotros.
Al cabo de los años vivimos circunstancias en que es más conveniente y sensato "maquillar" nuestro comportamiento, adecuarlo al contexto, ocultar nuestros verdaderos sentimientos, moderar nuestras respuestas...
Lo peligroso de este juego, el de las apariencias, los secretos y las mentiras, es que muchos naufragan en él. Y acaban preguntándose: "¿quién soy en realidad?".
Este fracaso, este desencuentro con una mismo puede deberse a la pérdida de la propia identidad personal, una acaba olvidándose de lo real, lo que queda tras la representación..
Estas representaciones actorales, asumidas con naturalidad por casi todos, no serán perjudiciales si mantenemos la cabeza fría y sabemos distinguir lo que pensamos, lo que hacemos y lo que, en definitiva, somos de verdad.
La duda surge cuando nos preguntamos si mi imagen exterior y mi comportamiento son los que se esperan en mí. A fuerza de creer que si no soy ese alguien que los demás "exigen" no seré nada, no me querrán o no me aceptarán, y acabar sin discernir si quien actúa así soy yo o mi proyección impostada.
El qué hacer queda supeditado a lo que intuyo que es "lo que ellos creen que debo hacer".
Para proyectar nuestro verdadero yo, hemos de conocernos, atendernos, escucharnos y  sobre todo querernos. Y, desde ese punto de partida, relacionarnos con los demás.
Sin arrinconar la consciencia de quién soy, adoptaré las maneras que entiendo convenientes; pero siendo y sintiéndome artífice de mi vida.
La mejor fórmula para que me quieran es queriéndome yo como lo que soy: una persona auténtica, integra y real...

viernes, 5 de noviembre de 2010

No hay peor contaminación que la pobreza..

El hambre y la paz en el mundo, que diría una miss..
Cada seis segundos, un niño muere de hambre.
Un, dos,tres,cuatro, cinco...seis.
En el tiempo en el que tardas en leer esto, serán quince muertes más..
Nos hemos acostumbrado a estos datos y a las fotos de niños rodeados de moscas con enormes barrigas llenas de nada con la compasión y la pasividad con la que se aceptan los terremotos, como un drama inevitable, irresoluble y natural; como parte del paisaje..


No es asi, la Tierra ya no es maltusiana y produce alimentos suficientes para todos; esta estúpida tragedia es sólo un problema económico más de distribución de rentas..Hay incluso cálculos serios sobre cuánto costaría reducir el hambre en el mundo a la mitad y cumplir así con los objetivos del milenio que se fijó la ONU para 2015: unos 150.000 millones de dólares al año durante el próximo lustro.

Es mucho dinero, si. Algo más de lo que ha gastado EEUU en la guerra de Iraq, o poco mas de un tercio de lo que costó el rescate de la banca..